3/6/09

Educación con visión integral

 
 

Enviado por jsaldiva a través de Google Reader:

 
 

vía Humanismo y Conectividad de Andres Schuschny el 8/04/09


Educacion IntegralLa educación convencional hace sumamente difícil el pensamiento independiente, produce como una máquina de chorizos, un tipo de ser humano cuyo principal interés en la vida es encontrar seguridad, llegar a ser un personaje exitoso o importante, o meramente genera una anomia conformista que produce la mínima reflexión posible. La conformidad conduce a la mediocridad.

Mientras se siga rindiendo culto al éxito, ser diferente o resistir el entorno no es fácil, y a menudo es peligroso. La urgencia de alcanzar éxito en la vida, que es la recompensa que esperamos por nuestro trabajo o actividad, la búsqueda de seguridad interna o externa, el deseo de comodidad y superioridad, todo este proceso ahoga el descontento, pone fin a la espontaneidad y engendra temor e insatisfacción.

Toda la educación que hemos recibido nos engendra el temor de ser diferentes a los demás o de pensar de distinta manera a la norma establecida que respeta la autoridad y la tradición que producen el disciplinamiento tal como lo decía Michel Foucault en Vigilar y Castigar. Las escuelas son dispositivos sociales de "normalización" y disciplinamiento cuyo objetivo es moldear al individuo, el cual se termina alienando por la tensión que se genera entre su esencia original y el comando social que busca adaptarlo a la media.

Afortunadamente siempre emergen unos pocos seres que resisten y son sinceros. Se trata de individuos que están deseosos de examinar los problemas humanos sin prejuicios de ninguna clase. Sin embargo, en la gran mayoría de nosotros no existe ese espíritu de la inconformidad o rebeldía y nos dejamos ceder a las circunstancias del ambiente.

La rebeldía puede ser de dos tipos: la violenta, que es mera reacción, sin entendimiento, contra el orden establecido; y la rebeldía profundamente psicológica de la inteligencia, que promueve la gestación de una visión integral. Muchos nos rebelamos contra la ortodoxia establecida sólo para caer en otras ortodoxias, en otras ilusiones o favorecernos (ocultamente). Sólo cambiamos de molde. Nos separamos de un grupo o de un círculo de ideales y nos identificamos con otros grupos u otros ideales creando así una nueva norma de pensamiento contra la cual tendremos que rebelarnos más adelante. Esta rebeldía reactiva sólo produce oposición.

Pero hay una rebeldía inteligente que no es reacción y que viene del conocimiento propio, como consecuencia de la verdadera comprensión. Es sólo cuando nos enfrentamos con la experiencia tal como se presenta sin evitar perturbaciones y mantenemos alerta nuestra inteligencia e intuición que emerge una visión integral cuya rebeldía queda puesta de manifiesto en cada acto.

Ahora bien, ¿qué significa la vida? ¿Para qué vivimos y luchamos? Si nos educamos simplemente para lograr el aplauso ajeno, alcanzar una buena posición, o ser más eficientes, o poder dominar a los demás, entonces nuestras vidas estarán vacías y carecerán de profundidad y perderán todo sentido. Podemos estar muy capacitados, pero si no capturamos esa honda integración de pensamiento y sentimiento, nuestras vidas se mecanizan. Mientras la educación no cultive una visión integral de la vida, esta se presentará como incompleta y contradictoria, amplificando los temores y tormentos.

En lugar de despertar la inteligencia integral del individuo el sistema educativo y la impronta cultural nos estimula para que nos ajustemos a un molde, por lo que nos impide la comprensión de nosotros mismos como un proceso integral. Intentar resolver los muchos problemas de la vida en sus respectivos niveles, separados como están en varias categorías, compartimentos estancos, indica la total falta de comprensión. La educación debe efectuar la integración de todas las entidades separadas, porque sin integración, la vida se convierte en una serie de conflictos y sufrimientos.

¿De qué vale que nos hagamos abogados, si contribuimos a perpetuar los pleitos y conflictos? ¿De qué vale el conocimiento adquirido, si continuamos viviendo en la confusión? ¿De qué valen las competencias técnicas si las usamos para dominar o destruir al prójimo y al medio que nos posibilita vivir? ¿Cuál es el valor de la existencia si nos termina llevando a la violencia o la desdicha de la insatisfacción?

Todos fuimos adiestrados por un sistema alocativo/educativo cuyo objetivo fue innundarnos de un temor paralizante cuyas consecuencias se expresan en nuestra busqueda de seguridad y en nuestro individualismo. Aunque lo disimulemos con eufemismos, hemos sido educados para las varias profesiones dentro de un sistema basado en la explotación y el miedo adquisitivo. Semejante adiestramiento no puede producir otra cosa que mayor confusión y miseria para nosotros y para el mundo, porque crea en cada uno de nosotros barreras psicológicas que nos separan y nos mantienen aislados de los demás. La educación no puede ser meramente cuestión de adiestrarnos en habilidades instrumentales. Queda claro que la instrucción contribuye a la eficiencia de la sociedad, pero no produce integración. Una mente educada y adiestrada de esta manera es la perpetuación del pasado, y no está en condiciones de descubrir lo nuevo. Por eso, para averiguar en qué consiste la verdadera educación, tenemos que examinar el total significado de la vida.

Hay una riqueza inspirada en el amor, que va mucho más lejos y es mucho más grande que la eficacia inspirada por la ambición eficientista. Sin el amor, que es lo que nos da una comprensión integral de la vida, la eficacia sólo engendra crueldad e insatisfacción. La educación no es la simple adquisición de conocimientos, ni coleccionar y correlacionar datos, sino ver el significado de la vida como un todo. Pero el todo no se puede entender desde un sólo punto de vista. La función de la educación tiene que ser crear seres humanos integrados, y por lo tanto, inteligentes en un sentido trascendente. Podemos adquirir títulos y ser eficientes en el aspecto mecánico sin ser inteligentes. La inteligencia no es mera información; no se deriva de los libros ni consiste en la capacidad de reaccionar hábilmente en defensa propia. Cuantificamos la inteligencia en términos de títulos y exámenes y hemos desarrollado mentes astutas que esquivan los vitales problemas humanos. Inteligencia es la capacidad para percibir lo esencial, lo que "es" y la educación es el proceso de despertar esta capacidad en nosotros mismos y en los demás.

La educación debe ayudarnos a descubrir valores permanentes para que no nos conformemos meramente con fórmulas y lemas. La educación nos debe ayudar a demoler las barreras sociales y nacionales en lugar de reforzarlas, porque estas crean antagonismos entre los seres humanos y profundizan las desigualdades y la ceguera. Desgraciadamente el sistema de educación normalizador nos torna en seres serviles, mecánicos y profundamente irreflexivos y superficiales.

Sin una comprensión integral de la vida, nuestros problemas individuales y colectivos crecen y se agudizan en todos los sentidos. El objetivo de la educación no es sólo producir simples eruditos, técnicos y buscadores de empleos, sino hombres y mujeres con visión integral, liberados del temor, porque sólo entre tales seres humanos puede acontecer el verdadero desarrollo.

El sistema educativo no debe estimular a las personas a ajustarse a la sociedad, ni a que se manifieste reactivamente contra ella porque sí, sino que debe ayudarlas a descubrir los verdaderos valores que surgen como resultado de la investigación desapasionada y de la comprensión de sí mismo. Cuando no hay conocimiento propio, la autoexpresión se convierte en autoafirmación, con todos los conflictos ambiciosos y agresivos que trae aparejado. La educación debe despertar en el individuo la capacidad para comprenderse a sí mismo, y no simplemente entregarse a la complacencia de la autoexpresión hedonista.

Los sistemas educativos o políticos no cambian misteriosamente; se transforman cuando nosotros cambiamos fundamentalmente. El ser humano es de primordial importancia, no el sistema; y mientras no comprendamos el proceso total de nuestra propia existencia, no hay sistema, sea del signo que sea, que pueda traer paz y desarrollo para todos.

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Posted in Cambio de paradigma, Conciencia Integral, creatividad, educación, Espiritualidad, Estupidez Humana, Evolución, La Tercera Cultura, Tendencia Tagged: educación, educación 2.0, educación integral, integral, sistema educativo, vida integral, visión integral


 
 

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